A veces me pregunto cómo serán las cosas después, cuando termine esta bomba explosiva de quehaceres y sueños incompletos. De tardes canceladas o planes que se han ido al traste.
¿Cómo será la calma que viene después de la tempestad? Ahora mismo el tiempo se me pasa rapidísimo y apenas siento los días que vivo. Los segundos se escurren entre mis dedos, los minutos pasan a mi lado, y ni me entero del paso de las horas. Y así días y semanas.
Hace unos días hice 7 meses con él, y ya estamos a punto de entrar en abril.
Me pasé los últimos días del verano descubriendo quién había detrás de su mirada, el otoño conociendo sus costumbres de comer galletas con nocilla o leche con cella, sus manías como colocar los interruptores rectos o aprendiéndome de memoria la sensación que tenía al rozar cualquier centímetro de su piel, mi último invierno entre sus brazos, y la primavera...acaba de comenzar.
Recuerdo que todas las noches, incluyendo la que lo conocí, no podía parar de pensar en él.
Él era mi último pensamiento, parte de mis sueños, y lo primero que se me venía a la cabeza al despertarme.
7 meses después la cabeza me da vueltas. Pienso en todo lo que me perderé. Pienso en lo que dejaré de vivir. En lo bajo que encuentro el porcentaje de probabilidades de que esto salga adelante.
Los más mayores dicen que si hay amor de verdad, seguiremos, que ambos nos vemos niños buenos.
En cambio la gente de mi edad tiene tan poco fe como él o como yo.
¿Qué debería sentir al saber que sus abrazos son limitados, al igual que sus besos o sus te quieros?
¿Qué debo hacer mientras espero al día en el que me diga "mejor lo dejamos" o "quedemos como amigos"?
Tanto él como yo sabemos que no quedaremos como amigos. Estaremos a miles de kilómetros y sinceramente, no creo que vaya jamás a donde sea que yo viva. Ni yo vuelva como tanto prometen mis padres.
Nos separaremos para siempre y jamás nos volveremos a ver.
Él conocerá a otra chica, se enamorará de ella y probablemente yo conozca a un chico allá, dentro de un año o algo así, y también me enamore. Ambos nos olvidaremos del sabor que tenían nuestros besos en los inocentes recreos de bachillerato. Y cuando yo tenga hijos no podré evitar recordar cómo deseaba llamarlos a comer, sentarnos todos en la mesa: Cristian, Eric, Hugo, Ylenez y yo.
¿Qué debo hacer ahora con mis sueños? Debo dejar que caigan cada noche en forma de tristes lágrimas, pues no puedo hacer nada más. No puedo hacer lo imposible por seguir.
Es triste ver como todo lo que empiezas siempre termina antes de lo que debería.
Cómo dejaré de dormir tantas noche, cómo me olvidaré de sus sonrisas, de sus besos volados al despedirnos.
¿Con qué cara miro yo a la vida?
No debería seguir engañándome, terminará por dolerme más. Por dolernos más, yo sé que él me quiere. Aunque a veces, al igual que yo, se plantea hasta qué punto merece todo esto. Si era esto lo que pretendíamos cuando nos conocimos, si eran estos nuestros planes, si realmente lo soportaremos, si verdaderamente merece la pena. Yo sé que él se lo plantea, y me lo confirma cuando me pregunta "¿Tú me quieres? ¿Pero de verdad?
Yo le quiero. Y por nada del mundo quisiera verlo jamás amando a otra chica, al igual que yo no me veo queriendo a otro chico.
Solo tengo 16 malditos años y ya la vida me ha demostrado lo que es vivir en la ausencia parcial de tus padres, he tenido que aprender a cuidar de mi hermano, a vivir en la parte de atrás de los restaurantes que tuvimos hace 5 o 6 años, he aprendido que el amor no son cuentos en los que tú eres la princesa delicada que todos intentarán no romper, he aprendido que la adolescencia te hace más fuerte, y más idiota. He aprendido que crecer tiene más desventajas que ventajas. He aprendido, con solo 16 años, que no me gusta vivir en este mundo, y he aprendido que no existe ese paraíso común que todos defines como la pradera verde con mariposas y un sol radiante sobre nuestras cabezas, no. Cada uno tiene un paraíso, utópico puesto que es inalcanzable, en el que rondan todos tus sueños, en el que tus deseos se hacen realidad y en el que las oportunidades te dan la mano. Un mundo casi perfecto para tí en el que no existen las lágrimas por tristeza, en el que la lluvia no representa otra cosa que "es la hora de sonreír, no de recordar que tu vida no vale nada, y que ésta ni si quiera puedes considerar tuya".
Pienso en tantas cosas, no me caben en la cabeza. Tengo la necesidad de escribirlas aquí... es la única manera de poder dormir por las noches, de poder concentrarme en los exámenes, y de pensar con claridad, de sonreír, de ser feliz, a mi manera.
jueves, 22 de marzo de 2012
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